viernes, 2 de septiembre de 2011

ANTES DE PASAR A LA ACCIÓN HAS DE CONOCER LA REALIDAD. Y 1: Breves antecedentes históricos de porqué estamos en este punto.

HA LLEGADO EL MOMENTO

Para cambiar es indispensable conocer la realidad en su conjunto, en profundidad. Si se la conoce superficialmente, el cambio es más de percepciones que de hondo calado. Es imperativo alejarnos de los focos que anuncian la noticia, de las informaciones que, lógicamente, describen tan sólo lo extraordinario, lo insólito. Para conocer con exactitud lo que acontece es preciso saber ver los invisibles, los que no son noticia, la inmensa mayoría que nace, vive y muere en espacios física e intelectualmente reducidos. Todos tienen que ser no sólo vistos sino observados para que de este modo, como dijo Bernard Lown, al conocer los invisibles seamos capaces de hacer lo imposible, ya que al no tenerlos en cuenta normalmente las medidas políticas y las estrategias no los incluyen y permanecen, una vez más, inadvertidos.

ANTECEDENTES

Ha habido intentos de reconducir la gobernación mundial a cauces bien distintos de los tradicionales mediante la creación de parlamentos mundiales, unión de naciones, actos globales de paz. En 1918, al término de la Primera Gran Guerra, el presidente Woodrow Wilson, aterrorizado por lo que había sucedido en una guerra de desgaste, de trincheras, de extenuación, llega a Brest desde Nueva York con el Convenio para la Paz Permanente, proclamando que en lo sucesivo los conflictos no deberían solucionarse a través de la barbarie que se acababa de vivir, y así creo una Sociedad de Naciones, que tomaría las medidas oportunas y arbitraría en los posibles conflictos, de tal modo que el recurso a las armas no fuera irremediable en lo sucesivo.
Ya sabemos lo que ocurrió: tanto los europeos como los norteamericanos reaccionaron vehementemente ante las propuestas del presidente norteamericano, diciendo que ello pondría en riesgo la seguridad de sus naciones, que se hallarían en inferioridad ante el posible rearme de la Alemania vencida. La propia opinión de los EEUU fue enormemente critica con el presidente Wilson, que regresó a su país convencido de que el mundo discurriría de nevo por los caminos de la confrontanción violenta, ya que bajo la presión de los colosales consorcios de la industria bélica los senderos de la paz aparecían impracticables.
Y así fue. Alemania se armó y Hitler ya advirtió en 1933 que "la raza aria es incompatible con la raza judia", ante la ineficiencia de la diplomacia y de la Liga de Naciones que desde el principio la falta de voluntad política de los Estados que la integraban había hecho inoperante.
Y de nuevo en 1945, al finalizar la II Guerra Mundial, ante el horrendo espectáculo de destrucción masiva, de holocausto y genocidio, de uso de terribles armas de exterminio, el presidente Franklin Roosevelt, adopta una serie de medidas para asegurar que, en lo sucesivo, la convivencia pacífica fuera posible. Y no sólo se concibe el Plan Marshal para la recuperación de Alemania y Japón, sino que ya en 1944 se crea la FAO para la alimentación, la medida más urgente para todos los ciudadan@s, y las instituciones de Bretton Woods para regular los flujos financieros y promover, a través del Banco Mundial para la reconstrucción y el desarrollo, el progreso en todos los países. El diseño de Roosevelt incluye los grandes pilares de la paz a escala planetaria: el trabajo (OIT. Organización Internacional del Trabajo), la salud (OMS. Organización Mundial de la Salud), el desarrollo (PNUD. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), la infancia (UNICEF)...Pero, además para orientar el comportamiento a todos los niveles, desde la decisión política a la vida cotidiana de todos los seres humanos, establece la referencia luminosa de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General el 10 de diciembre de 1948.
A través de una educación que debe formar a personas libres y responsables, para no dejarse manipular, para actuar en virtud de sus propias reflexiones y no al dictado de nadie, para ser realmente independientes y diversos hasta el límite de la unicidad, y alcanzar la emancipación personal y colectiva...sólo era necesario encontrar la palabra clave que, entonces como ahora, sigue siendo insustituible: compartir, distribuir mejor los bienes materiales, repartir de manera adecuada responsabilidades y beneficios. Compartir, partir con, a través del fomento del desarrollo, que debe ser no sólo económico sino social y cultural, endógeno, sostenible y, sobre todo, humano. Tan importante se consideraba el desarrollo para el otro mundo posible que se perfilaba con el entusiasmo de personas lúcidas y con capacidad de anticipación como René Cassin, Jean Monnet, Archibald MacLeish,....y se fomenta la cooperación internacional al tiempo que se sientan las bases, con la complicidad de Robert Schuman y Konrad Adenauer, de la Unión Europea, y así se firma el Tratado del Carbón y del Acero como paso inicial. Era el año 1950.
Pero de nuevo -"si quieres la paz, prepara la guerra"- se establece la carrera armamentística entre las dos superpotencias, Norteamérica y la URSS, y al socaire de una competición que exacerba hasta  límites indescriptibles la producción del más sofisticado armamento se oculta la progresiva sustitución de las ayudas al desarrollo por préstamos concedidos en condiciones draconianas que beneficiaban siempre más a los prestamistas que a los prestatarios; la cooperación se convierte de forma generalizada en explotación; el colonialismo financiero y tecnológico empobrece a los países en lugar de fomentar su progreso y capacidad para el uso de sus, con frecuencia, cuantiosos recursos naturales; de tal manera que se llega a la década de 1980 con el sentimiento de que el  bienestar generalizado era imposible en un mundo fracturado entre dos grandes sistemas: capitalismo y comunismo.
Es entonces cuando EEUU, acompañados indefectiblemente por el Reino Unido, deciden acaparar el poder y establecer una hegemonía integrada por los países más ricos de la Tierra, encabezados, desde luego, por Norteamérica. Entonces se produce lo que podríamos denominar el "gran antecedente" de la crisis actual: los valores democráticos, los principios éticos por los que tantos habían luchado, hasta dar su propia vida, la justicia social en primer lugar, se sustituyen por el mercado. De acuerdo con el presidente Reegan y la primera ministra Thatcher, la economía sería libre y autorregulada, sin más pautas y objetivos que los propios de las transacciones mercantiles. "Sustituir los valores por los precios, es de necio" ya lo advirtió don Antonio Machado. Fueron necios al proponerlo, pero sobre todo fueron necios aquellos que, líderes socialistas incluidos, deslumbrados por la globalización neoliberal cayeron en la trampa y aceptaron la marginación progresiva de las Naciones Unidas, y trasladaron la gobernación mundial a los seis países más prosperos de la Tierra (G6). Al poco tiempo se unió Cánada (G7) y, al término de la Guerra Fría, Rusia (G8).
Al cumplirse el bicentenario de la Revolución Francesa, en 1989, tuvieron lugar acontecimiento que reavivaron las esperanzas en los cambios tan anhelados por la mayor parte de los habitantes de la Tierra. En efecto, en el barrio próspero de la aldea global sólo vivía el 20% de la población mundial. El resto vivían en condiciones precarias o simplemente sobrevivían. Confiaban en los "dividendos de la paz" al cese de la carrera armamentística. Por el genio de Mikhail Gorvachev, sin una gota de sangre, se desmorona el Muro de Berlín, como símbolo de la URSS, y se produce la conversión de la Unión Soviética en la Federación Rusa y la Commoonwealth de Estados Independientes, que inician su larga marcha hacia sistemas de libertades públicas.
Importantes sucesos contribuyen a hacer pensar que el principio de la década de 1990 puede ser el ansiado momento de la inflexión: otro genio, Nelson Mandela, después de veintisiete años de prisión, logra con la complicidad del presidente Frederik de Klerk la supresión del apartheid racial en Sudáfrica; se firma la paz de Chapultepec, con lo que se da fin al conflicto armado en El Salvador; se consigue un acuerdo de paz, con la intermediación de la Comunidad de San Egidio, en Mozambique; se inician los diálogos de paz en Guatemala...
Todos esperábamos los "dividendos de la paz" porque podía desacelerarse el ritmo de la producción de armas en todo el mundo. Vana ilusión: los globalizadores redoblaron sus esfuerzos y los grupos plutocráticos sustituyeron de forma sucesiva las funciones del Sistema de las Naciones Unidas, deslocalizando, además, con gran "codicia e irresponsabilidad", utilizando las palabras del presidente Obama, la producción hacia China y otros Estados del Este, cuyas condiciones laborales y respeto de los Derechos Humanos, obcecados por el dinero, nunca se han tenido en cuenta.
A pesar de su progresivo aislamiento las Naciones Unidas siguieron facilitando al conjunto de la humanidad directrices en distintos ámbitos: en 1990 educación para todos a lo largo de toda la vida; en 1992 en la Cumbre de la Tierra, la Agenda 21 para contrarrestar el deterioro ecológico; en 1993 educación para la democracia y los Derechos Humanos; en 1994 diálogo inter e intrarreligioso; en 1995, se adoptan los compromisos de la Cumbre de Desarrollo Social, en Copenhague; se celebra la reunión sobre la Mujer y el Desarrollo en Beijing....

CAUSAS INTERNACIONALES

Con los antecedentes indicados, las causas internacionales de la situación actual pueden resumirse del siguiente modo:
 (Continuará....)
Extracto del artículo de Federico Mayor Zaragoza incluido en el libro "Reacciona"

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